Mis Profesores

Hoy iba pasando frente a una oficina de contabilidad y me encontré con una de mis alumnas del programa Chile Joven de hace unos 6 o 7 años atrás, me dio mucha alegría saludarla y verla trabajando. Frecuentemente me encuentro con gente a la que le he hecho clases y siempre he pensado lo importante que puede ser en la vida de cada uno de nosotros encontrase con un profesor que nos haya influenciado, una cosa lleva a la otra y comencé a recordar a mis profes ¿como no los voy a poner en mi web si algunos fueron tan importantes para mi?

1960, mi primera profesora, en la Escuela Rafael Sanhueza Lizardi era una treintona crespa y pecosa, la señorita Erna Verde Ramo (así se llamaba, no es broma) a quien recuerdo vagamente y debe haber sido bondadosa conmigo porque una vez estuvo enferma y la fuimos a ver con mi mamá a su microscópico departamento en la avenida Recoleta. Luego en 1963 pasé al Liceo Valentín Letelier donde tuve un profesor muy simpático, el señor Fariña que tocaba el violín y era amante de la bohemia: todos los días llegaba a clase con un impresionante olor a trago. En ese liceo tuve mis primeros problemas de disciplina así es que los recuerdos no son del todo agradables.

En 1967 entré a la Escuela Pública Nro. 57 de Santiago, donde mi mamá y mis primos eran buenos amigos del director, ibamos a tomar el té a su casa y pasabamos allá la tarde viendo televisión (entonces era un lujo tener tele). Obviamente aprobe esos dos años con nota máxima.

En 1969 vine por primera vez a Arica donde tuve un horrible rendimiento escolar (en verdad un mal rendimiento en todo orden de cosas) y no aprobé el primer año medio. Recuerdo de entonces a dos profes simpáticos, Rivera y Maricarmen Martínez (creo que eran casados) y a la terrorifica profesora de alemán, frau Inge de Osorio a quien, pasados los años llegue a querer muchísimo. Era una auténtica flor de cáctus y hoy es dueña de la Deutsche Shule de Arica.

Para el año 1970 me fletaron para Chiloé y en el Glorioso Liceo de Hombres de Ancud sufrí bajo la tiranía de un feroz profesor de matemáticas con bigote de brocha a quien apodábamos "Pipeta".  Allí también conocí a el primer profesor que ejerció una tremenda influencia en mi futuro, era un tipo diminuto y de aspecto muy cómico, de apellido Barrandegui quien desde la primera clase impuso un gran respeto entre los alumnos. No se por qué pero desde el principio me tomó buena voluntad, me dijo que yo era inteligente y se lo creí, es increible como puede cambiar la vida de una persona con una sola palabra que le digan al pasar. Desde entonces me convertí en un buen alumno y empecé a estudiar por mi cuenta, más para aprender que para sacarme buenas notas. Allí comenzó también mi hambre por la lectura.

En 1974 me vine nuevamente a Arica y entré a estudiar a INACAP que en ese tiempo daba la carrera de técnico electrónico en convenio con la Universidad Santa María. El sistema era muy novedoso para mi, los profesores se llamaban "instructores" y los alumnos los tratabamos de "tu", también en el casino se podía tomar cerveza y a menudo nos tomábamos bastantes después de clases con los propios profesores. Pero no hay que engañarse con el régimen aparentemente distendido, teníamos ocho horas cronológicas de clases al día y el nivel de enseñanza así como las pruebas eran súmamente exigentes. Allí tuve un excelente instructor de la Santa María llamado Benigno Cerviño, y por supuesto mi buen amigo Tito Riquelme que era nuestro Jefe de Carrera.

Finalmente, en 1978 llegué a la Universidad de Tarapacá. Como venía con una excelente formación desde Inacap no tuve ningún inconveniente en los estudios del ciclo básico (los primeros dos años) de donde recuerdo a Victor Hugo Muñoz (profesor de matemáticas,magister LAM de la USACH), y también a don Carlitos Mendizabal, de quien fuí ayudante en Cálculo II y Ecuaciones Diferenciales así como en Métodos Numéricos, gran valor don Carlitos que hoy hace clases en la Escuela Militar y otras universidades de Santiago. También del ciclo básico tuve al extraordinario Jaime Dávila junto con otro de apellido Hevia, ellos acababan de sacar su maestría en la Universidad Santa María y llegaron con todo el entusiasmo remeciendo a los viejos dinosaurios con sus espectaculares clases, lástima que no duraron mucho, parece que eran demasiado buenos.

Con los profesores de especialidad he tenido la suerte de juntarme pasados los años y soy buen amigo con varios de ellos, partiendo por Tito Torres