Protocolo de Autopsia del Ariqueño Neto

Organo: Con la Isla en el Corazón

El ariqueño neto comienza a ir a la Isla del Alacrán desde su más tierna infancia. A los dos o tres años, cada mes de septiembre el abuelo lo lleva a encumbrar volantines o a pasear los domingos en la tarde, hasta que entra a la escuela. 

En la escuela primaria todo el curso se va a la Isla a hacer "trabajos" que consisten en recoger agua podrida, llena de bichos a orillas de las rocas para luego examinarlos en la clase de ciencias naturales.

Cuando llega a la secundaria a veces se arranca de clases para "hacer la cimarra" con sus mejores amigos y se van a fumar los primeros cigarros y a soñar despiertos entre los tetrapodos.

Pasados los quince se las arregla para que el viejo le pase las llaves del auto, o bien le compre una peligrosísima scooter y comienza a frecuentar la Isla los fines de semana en la noche, donde se amanece tomando sus primeras cervezas, conversando con los amigos y chequeando a las minas.

Durante los años de la universidad o sus primeros trabajos, la Isla se convierte en un santuario de fin de semana donde se rinde culto a la amistad y se hacen copiosos sacrificios al Dios Baco, muchas veces quedándose hasta el amanecer. Allí es donde se consolidan las más fuertes amistades que, si tiene suerte, lo perseguirán por el resto de su vida.

Luego se casa y llega los fines de semana, pero esta vez en auto propio, a juntarse con sus amigos y las mujeres de sus amigos. Solo cambian los tragos porque se siguen conversando las mismas tonteras y diciendo los mismos chistes, una y otra vez.

Finalmente el ariqueño neto envejece ¿y adonde va los domingos? ¡lleva a sus nietos a encumbrar volantín a la Isla pues!. Con esto se cierra el ciclo.

No debe extrañar entonces que el ariqueño neto lleve a la Isla del Alacrán incrustada en su corazón, es lo más natural.

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