Hace unos años leí un libro que me parece que se llamaba igual (Dinero), de Milton Friedmann y trataba de explicar el asombroso fenómeno místico por el cual la gente da valor a algo que está en absoluto desprovisto de cualquier valor intrínseco. La confianza de la gente en el dinero es el fenómeno social más asombroso que se pueda imaginar, más aún cuando entre un monedero falso y un banco central existen solo diferencias formales.

Hace poco encontré éste libro de Galbrait y lo encontré tán bueno que marqué varios párrafos. Los voy a ir transcribiendo a ver si los disfrutan tanto como los disfruté yo.

John Kenneth Galbrait

El Dinero
De dónde vino, adónde se fue


Que el amor al dinero es la causa de todos los males es algo que puede discutirse. Adam Smith, profeta para muchos de una autoridad sólo ligeramente inferior a los de la Biblia, pensaba, en 1776, que de todas las ocupaciones a que hasta entonces se había dedicado el hombre -guerra, política, religión, diversiones violentas, sadismo no compensado-, la de ganar dinero era, socialmente la menos perjudicial. Pero es indudable que el afán de dinero, o cualquier asociación duradera con él, es capaz de provocar un comportamiento no solo chocante, sino francamente irracional.

Hay buenas razones para ello. Los hombres poseedores de dinero, como antaño los favorecidos por una noble cuna y un título importante, se imaginan indefectiblenente que el respeto y la admiración que inspira el dinero son realmente debidos a su propia sabiduría o personalidad. El contraste entre la opinión que tienen de ellos mismos, reforzada de este modo, y la con frecuencia ridícula y corrompida realidad, han sido siempre fuente de pasmo y de diversión. De una manera parecida, siempre ha causado una especie de satisfacción morbosa la rapidez con que se evaporan el respeto y la admiración al quedarse el individuo sin dinero.


Hay que advertir que, durante breves períodos, también se utilizó el hierro. Y mucho más tarde, según veremos, el tabaco tuvo una circulación limitada pero notable. Otros artículos más raros o exóticos, como cabezas de ganado, conchas, whisky y piedras, aunque muy apreciados por ciertos maestros, nunca tuvieron una importancia duradera para la gente apartada de la primitiva existencia rural. La asociación histórica entre dinero y metal es muy íntima. Para todos los fines prácticos, el dinero fue, la mayoría de las veces, un metal más o menos precioso.


La acuñación de monedas era sumamente práctica. Pero también una invitación a grandes fraudes públicos y a pequeños fraudes privados. Los gobernantes pródigos, o faltos de recursos -que en aquellos tiempos constituyeron una clara mayoría- comprendían a menudo que podían reducir la cantidad de metal en sus monedas o confeccionarlas de calidad inferior, con la esperanza de que nadie lo advertiría, al menos en el breve plazo


La mayoría de las cosas de la vida -los automóviles, las amantes, el cáncer- sólo son importantes para aquellos que las tienen. En cambio el dinero es tán importante para los que lo tienen como para los que carecen de él. Por consiguiente los dos tienen interés en comprenderlo


En el mundo antiguo y medioeval, las monedas de diferentes jurisdicciones convergían en las ciudades más importantes. si existía la predisposición a aceptar moneda bajo palabra, se pagaba indefectiblemente con dinero malo y se retenía el bueno. Esta circunstancia dio origen , en 1558, a la máxima de Sir Thomas Gresham, previamente formulada por Oresmo y por Copérnico, y reflejada en la acumulación secreta del buen dinero romano, según la cual la moneda mala expulsa siempre a la moneda buena.

Esta es quizá, la única ley económica que nunca ha sido discutida, y ello por la razón que nunca ha tenido una excepción importante. La naturaleza humana puede ser una cosa infinitamente variable. Pero tiene constantes. Una de ellas es que, ante una alternativa, cada cual guarda lo mejor para si mismo, y también para aquellos a quienes quiere más.


En lo que concierne a España, la leyenda prevalece regularmente sobre el fuerte peso de los hechos. Posiblemente, esto se debe a que los historiadores españoles, a diferencia de los de los otros países, raras veces se han dejado llevar por el amor propio nacional. Se han contentado con presumir lo peor. La Santa Inquisición española permanece en la mente de todos como el máximo ejemplo de crueldad pública, al menos hasta los tiempos de Hitler. Yo no quisiera alabarla. Pero el número de judios, marranos y otros herejes, que cayeron víctimas de sus conocido procedimientos judiciales durante los tres siglos de su imperio -unos pocos miles, como máximo- fue menor que el de los ejecutados, ocasional y sumariamente, en un solo año, en las ciudades de Renania. La Armada Española es considerada, todavía hoy, como el clásico ejemplo de una soberbia y abrumadora potencia militar derrotada por un enemigo inferior pero mucho más aguerrido y astuto. La verdad no se ha impuesto nunca a esta creencia. Y es que los ingleses tenían un tonelaje casi equivalente de barcos de guerra, mucho mejor armados y tripulados, lo cual hacía que, en total, su fuerza fuese superior.


Hay tres progenitores del dinero; las Casas de Moneda, las Secretarías del Tesoro o Ministerio de Hacienda -que son la fuente del papel moneda-, y los bancos de las diversas clases. Por derecho de precedencia, los Bancos vienen después de las casas de la moneda y responden, como estas, a una idea muy antigua. La Banca tuvo una existencia sustancial en la época romana y declinó durante la Edad Media, al hacerse el comercio más aleatorio y al chocar el préstamo con la condena religiosa de la usura. Con el renacimiento resucitó al resucitar el comercio y ceder normalmente los escrúpulos religiosos a las ventajas pecuinarias. Si puede darse a los negocios algún orígen étnico, el de la banca es italiano. Tanto su decadencia como su renacimiento se produjeron en Italia. Desde entonces, ningún banquero, ni siquiera los Rotschild o J. PPieport Morgan, han igualado a los Médicis en grandeza, una grandeza sustancialmente fomentada por el hecho de ser agentes fiscales de la Santa Sede. Las casas de Banca de Venecia y de Génova son las reconocidas precursoras de los Bancos Comerciales modernos.


A mediados del siglo pasado, John Stuart Mill expuso en unas pocas frases los factores determinantes del valor del dinero, de su poder adquisitivo:

El valor o poder adquisitivo del dinero depende, en primer lugar de la demanda y la oferta... La oferta de dinero...es todo el dinero en circulación en un momento dado...La demanda de dinero consiste, una vez más, en todos los artículos ofrecidos en venta


El instrumento explorador de la reforma fue el Banco de Inglaterra. De todas las instituciones relacionadas con la economía, ninguna ha gozado de tan alto y tan prolongado prestigio. Es, en todos los aspectos, en relación al dinero, l