En 1983, cuando me invitaron a Casio Computer en Tokio, me habían contado de una planta completamente automatizada de la compañía, era la primera o una de las primeras del mundo en funcionar casi sin trabajadores. Mis jefes que la habían conocido me contaban asombrados que había un camino exclusivo para los carritos robot que movían las partes y retiraban los productos terminados ya empacados.
Lo malo es que la visita era de solo siete días y la apretada agenda de visitas a la famosa planta, a Kioto y otros lugares se fue al diablo, porque nos pasamos cada maldito día en los business meeting, desde la mañana hasta tarde en la noche, donde yo les contaba los cuentos que había inventado en el largo viaje en avión mientras mis orientales amigos tomaban notas y sacaban fotocopias de mis garabatos en papel. Y cuando terminábamos las reuniones nos íbamos a tomar cerveza hasta altas horas y al otro día temprano de nuevo, al pie del cañón.
No me arrepiento de no haber conocido la famosa planta porque aprendí mucho más y consolidé mis relaciones de amistad con los japs conversando y tomando cerveza. Me imagino que todavía debe ser lo mismo, porque en esos años juntarse a tomar -tomando en serio- se consideraba como parte integral del trabajo. creo que fue una de las cosas que más me gustó de Japón, diablos, fue lo que más me gustó, para que andar con cosas.
Nueve años antes, en 1974 cuando yo estudiaba para técnico electrónico en Inacap, un compañero de curso boliviano -que era de familia de plata- apareció con la primera calculadora electrónica, marca Elca, que vi en mi vida. Era como un ladrillo pequeño con números rojos, y pudimos ver maravillados como no solo hacía las cuatro operaciones aritméticas, sino que además calculaba potencias y raíces cuadradas.
Hasta esos días todas las operaciones aritméticas se hacían con lápiz y papel, los más acaudalados lo hacían con una regla de Cálculo, las potencias y raíces cuadradas se sacaban de la Tabla Larsen, que muchas veces daba valores aproximados que debían ser interpolados. La mayor dificultad de las pruebas consistía en hacer operaciones aritméticas con grandes números sin equivocarse, tal como después fue hacer enredadas manipulaciones algebraicas, de factorización, simplificación, productos notables y cosas así. Una calculadora a mediados de los setenta era una joya que podía costar fácil 500 dólares, para hacer las cuatro operaciones.
Casio fue una de las compañías más innovadoras de la historia, Tadao Kashio, su presidente decía "si no es algo completamente nuevo y nunca visto antes, entonces no es un producto Casio", la innovación más grande de la compañía fue aplicar la automatización masiva a sus productos, haciendo posible que se vendieran a precios ridículamente bajos.
Eso fue lo que llevó a Japón a convertirse en una potencia económica en los años 70-80. Al contrario de lo que la gente cree, las empresas japonesas nunca pusieron énfasis en la planificación estratégica, eran compañías sin otra estrategia que crear buenos productos y mejorar los procesos de producción para poder venderlos baratos y en cantidades masivas. Cuando yo trabajaba con esos productos, la estrella era una de las calculadoras más básicas, la Hl-815, que se vendía a un precio ridículamente bajo.
Nuestra empresa compraba en esos años a Casio -en total- algo más de un millón de dólares al mes, hoy no es nada pero en esa época, cuando no existían los billonarios era un montón de plata y éramos de los clientes más importantes de la Casio en el mundo. El dueño de la empresa, don Zvi Posner, un día me dijo que sondeara a los japoneses a ver si aceptarían una compra de un millón de dólares solo de esas calculadoras, que se vendían como pan caliente con muy buen margen. Mis amigos de Japón me mandaron al diablo, una cosa es la amistad, otra los negocios y esa calculadora era el principal "caramelo" que tenía la compañía para obligar a comprar otros productos que se vendían apenas. Así financiaban sus experimentos innovadores.
Gracias a eso producían toda clase de productos extravagantes como un monstruoso -e inútil- teclado que costaba una fortuna y había que comprarlo sí o sí para mantener la representación, los relojes calculadora, las primeras cámaras fotográficas digitales que existieron, que fueron un fracaso comercial, las primeras agendas electrónicas -complicadísimas de usar- y muchos otros productos experimentales, inmaduros, que debían ser pagados por los representantes oficiales de la marca.
Todo eso era sostenido por productos sencillos, baratos y de muy buena calidad, que se producían en plantas automatizadas y se vendían en cantidades masivas. Todavía no nos damos cuenta del impacto que ha tenido la combinación entre producción automatizada -sin mano de obra humana- y la serie de distorsiones de la producción china, que nos ha permitido obtener productos de gran calidad a precios absurdamente bajos.
Tengo en mi muñeca un reloj Casio W-59, que debe ser el reloj más vendido de la historia y se produce sin interrupción desde principios de los noventa. Era el reloj de Bin Laden y también lo usaba Obama, se hizo famoso por la facilidad para construir el mecanismo de relojería para detonar bombas y se podía ver en la muñeca de celebridades hasta de aldeanos de las tribus africanas. Me costó 8 dólares, es Casio original y de excelente calidad, lo tengo hace más de un año y no tengo dudas que me va a durar muchos años más, esto es gracias a la producción masiva y automatizada, con una ayudita del corrupto sistema comercial de China.
La automatización nos ha hecho más ricos al bajar los costos de producción, y por lo mismo el precio de los productos. Poca gente se da cuenta que cuando los precios bajan son objetivamente más ricos y viceversa. La Teoría Cuantitativa del Dinero es muy antigua, parece que los escolasticos españoles fueron los primeros en formularla y plantea que existe una relación directa entre la cantidad de dinero que existe en la economia y la suma de los precios de todos los bienes y servicios. Esto significa que, sin importar las maniobras que haga el gobierno -que es quien imprime los billetes y decide su cantidad- siempre los precios se ajustarán a la cantidad de dinero dsponible, porque el dinero solo reprsenta a los precios.
Ustedes se preguntarán ¿qué diablos tiene que ver esto con la automatización? Yo creo que muchísimo. Es una idea intuitiva que tengo y no se basa en un estudio formal i mucho menos, pero se trata de lo siguiente
¿Se han dado cuenta que en lugares pobres la vida es más barata -en términos reales- y la gente tiene un mayor poder adquisitivo con los mismos dólares? Por el contrario, donde hay más prosperidad, la vida es más cara. Los que vivimos en la frontera conocemos muy bien esto y es un buen argumento para decir que la cantidad del dinero simplemente representa los precios.
Con la automatización se van a perder millones de empleos: choferes, pilotos de avión, tripulantes de barcos y la mayoría de las actividades de naturaleza más o menos mecánica serán hechas por máquinas y se perderán muchísimos puestos de trabajo ¿y como se ganarán la vida los cesantes? Bueno, si la teoría cuantitativa del dinero es cierta, los precios se ajustarán a la baja, todos seremos más ricos y para vivir igual podremos trabajar menos. Ser cesante ya no será una desgracia porque la automatización nos traerá riqueza de la nada, tal como ha ocurrido con el comercio.
En fin, esto no es una teoría ni se basa en cálculos, es un pronóstico basado en la intuición que la Teoría Cuantitativa del Dinero si funciona. Tal vez es un poco confusa la idea, pero que diablos, es lo que hay.
