En España gana la derecha
Es increíble la sicronía entre la política chilena y española: el gobierno Republicano y la Unidad Popular; Franco y Pinochet; el PSOE y la Concertación; la Izquierda Unida y el Frente Amplio... en fin, existe un gran paralelismo entre las modas políticas de ambos países desde mediados del siglo pasado hasta el día de hoy.
Estas vidas paralelas se han vuelto a manifestar en las últimas elecciones municipales españolas, donde la izquierda ha sufrido una masacre considerable, perdiendo poder en muchos lugares que fueron sus bastiones históricos desde su propia "vuelta a la democracia".
Es una situación muy parecida a lo que ocurrió en Chile en las dos últimas elecciones, donde por primera vez se aplicó la inscripción automática y el voto obligatorio y la derecha arrasó con los votos.
Claro que hay una diferencia de matices en esto, porque en España los que más crecieron en votos fue la centroderecha tradicional del Partido Popular, mientras que Vox, el partido de la verdadera derecha, dobló sus representantes pero sigue lejos de ser mayoría,
En Chile la derecha tradicional se jibarizó y quien consiguió una mayoría absoluta fue mi entrañable Partido Republicano, conservador y de derecha a secas. Creo que pronto en España será lo mismo que en Chile, igual les llevamos algo de ventaja
Estas curiosas coincidencias me dejaron pensando por que se han producido. Se me ocurre que debe ser algo que pasa en la psicologìa de la masa de los que votan, que responde de la misma manera ante estìmulos similares.
Yo dudo de esas explicaciones del voto ideológico. Claro que hay unas pocas personas con ideas firmes de derecha o de izquierda, pero creo que a la mayoría de las personas la ideología les importa un pepino.
Entremés: como manejar a un predicador
Hoy en la tarde aparecieron dos testigos de Jehova justo cuando llegó un maestro y me calzaron con la puerta abierta, como chihuahuas hambrientos se lanzaron sobre mi con torrentes de amabilidad y buena onda, por la forma en que me miraban y sonreían daban a entender que me conocían intimamente, era como si estuvieran viendo mi alma inmortal.
Y empezaron a preguntarme si no estaba preocupado por las cosas que están pasando en el mundo (para nada, creo que todo anda perfectamente) y por no saber que pasará en el futuro (prefiero no saberlo, creo que me preocuparía mucho más si lo supiera) y así, después de dos o tres preguntas que se estrellaron con el muro de mi indiferncia, por fin sacaron la artillería pesada: una Biblia.
Entonces pensé que la cosa estaba llegando muy lejos, así es que saqué mi segunda línea de defensa que jamás me ha fallado- y les dije "perdónen amigos, pero resulta que yo soy católico prácticante, creo en la Iglesia y el Papa y voy a misa todos los domingos desde hace años, no podría traicionar a mi religión ¿no creen?"
Jaque mate, siguieron sonriendo pero les notaba en la cara la tremenda desilusión. Me dijeron "bueno, lo felicito porque su Dios es el mío, me alegro que creamos en el mismo Dios", dicho esto los santos varones salieron arrancando como alma que lleva el diablo.
Fin del entremés
Bueno, esta historieta que parece fuera de contexto creo que tiene mucho que ver con la psicología del votante común y corriente, sin ninguna preferencia ideológica. Los políticos equivalen en este caso a los testigos de Jehova, tratando de convencerlos de cosas que al elector no les interesan en lo más mínimo.
Es cierto que a algunos pocos nos interesan asuntos tan aburridos como la libertad, los límites de la solidaridad o el tamaño del estado. Incluso hay fanáticos que se irritan y se enfrascan en peleas entre "fachos" y "comunachos", de manera parecida a como pelean los hinchas de las barras bravas.
Pero esos son pocos, la mayoría de los votantes solo responden a impulsos pablovianos del tipo estímulo-respuesta y para ellos las verdaderas motivaciones que deciden su voto son principalmente dos: el miedo y la esperanza.
La esperanza
Partamos por la esperanza. Nuestros testigos de Jehova de la política ofrecen que si votan por ellos, todos los problemas de su vida serán solucionados: se enriquecerán y vivirán en un mundo mejor, donde todos estarán felices y forrados, gracias a lo que hará el político cuando lo elijan.
"Felices y forrados" ¿recuerdan esa propaganda del estafador Lorenzini? O tal vez se le ocurrió a su socio Garay pero da lo mismo, porque refleja perfectamente la promesa burda con que los políticos venden esperanza al populacho. Les dan exactamente lo que quieren escuchar.
Por eso votaron por Boric en la elección pasada, y dos veces por Piñera, dos por Bachelet, por Lagos, Frei y Aylwin. Siempre con la esperanza de que si su testigo de Jehova toma el poder vivrán en un mundo mejor y ya no tendrán problemas.
Así empieza el ciclo de la esperanza, que en España partió con el PSOE y el Partido Popular turnándose en el poder. Lo que el pelotudo votante no sabía es que su amigo el testigo de Jehova, puede ser muy presidente, parlamentario o alcalde, pero no tiene la menor posibilidad de arreglar la vida de nadie. Bueno, tal vez la de su círculo de parientes y amigos cercanos... mientras dura en el cargo.
Ningún gobierno tiene el poder para mejorar la vida de las personas en general, ni un gonierno bueno como el del general Pinochet, ni los gobiernos malos como los de los políticos, es simplemente imposible que todo el mundo viva en un país maravilloso donde todos estén felices y forrados.
Eso no es la misión de los gobiernos -si es que tienen una- y mucho menos tienen los medios para que algo así ocurra. El destino de las personas depende de ellos mismos y de la suerte, el gobierno no tiene pito que tocar en esas cosas.
Entonces, después de muchos años de gobiernos de esperanza, con el fracaso una y otra vez la gente se empieza a desilusionar.
Primero se ponen apáticos, después escepticos, luego van transitando a la furia al darse cuenta que los engañaron como niños chicos.
Y mientras mayores son los ofertones de los testigos de Jehova la furia va creciendo. ¿Cómo se sentirá una persona pobre que compró el cuento del Frente Amplio?
Decían que con el merluzo íbamos a vivir en el país de las maravillas. "Y será hermoso..." decían ¿cómo creen que se sienten los millones que los hicieron cholitos?
El miedo
Entonces es cuando -de manera inevitable- los que votaron con la esperanza de vivir felices y forrados se empiezan a dar cuenta que su vida real es cada vez peor.
Los testigos de Jehova que están en el poder empiezan a inventar explicaciones y buscar culpables, tal como sus colegas religiosos culpan al diablo de todo lo malo que pasa en el mundo.
Pero sus clientes ya no les creen y se vuelven furiosos contra ellos. He visto el pánico de personas muy religiosas y que han llevado una vida virtuosa cuando les cae una enfermedad terminal.
Algo parecido les pasa a los que votaron por Boric y defendieron a la "verdadera izquierda" toda su vida y ahora ven como el país está hundido en una gran descomposición.
Y entonces se vuelven contra los que antes fueron sus ídolos, sus mesías. Se paga caro cuando juegan con la esperanza de los giles.
Pero además de la furia empieza la preocupación y el miedo por el futuro, debe ser muy parecido a lo que sienten los estafados cuando un esquema de Ponzi se derrumba, al final es más o menos lo mismo.
Entonces se vuelven en masa al otro extremo. Primero tenían la esperanza de vivir felices y forrados, ahora les basta con vivir razonablemente seguros porque no hay bien más grande que la seguridad personal y la de los suyos, todo lo demás es añadido.
Creo que eso explica un ciclo que ocurre en Chile, España, Italia y varios otros países.
La izquierda ofrece esperanza, bienestar material, vivir felices y forrados, ojala sin mover un dedo.
La derecha ofrece seguridad, certeza, vivir pacíficamente y sin miedo siempre y cuando uno respete las reglas, legales o tradicionales.
Los engrupidos
Y existe un pequeño grupito de los engrupidos, que nos preocupamos de cosas como la preferencia de la libertad sonre la igualdad o viceversa, la creación de la riqueza, la utilidad de la democracia, del autoritarismo y las tiranías, en fin, fruslerías de esa clase que casi no preocupan a nadie excepto a los que merodeamos por este Templo del Ocio y unos cuantos más.
No es que estas cosas sean inútiles, son fundamentales, pero no es lo que le preocupa a la mayor parte del electorado, digamos al 80% de Pareto que se mueven entre la esperanza y el miedo. Pero somos engrupidos al creer que al votante común le interesan estas cosas.
Si los políticos equivalen a los testigos de Jehova, nosotros los engrupidos somos como los teólogos, que pasamos la vida especulando, cortando pelos en cuatro a lo largo y discutiendo ardiéntemente sobre cuantos ángeles caben en la cabeza de un alfiler.
Pero igual pascual, somos indispensables porque nuestras elucubraciones al llegar al pueblo llano se bastardizan y dan los argumentos para que las personas voten motivados por esperanza estúpida o por un vago miedo al futuro. Es lo mismo acá en Chile o en España, con quienes tenemos estos ciclos bastante sincronizados.





