FILOSOFIA BARATA

 

**** ADVERTENCIA ****

La Gran Frustración de mi Vida, fué no tener la suficiente inteligencia, o talento, para poder vivir dictando cátedra sobre todas las cosas, ganar plata y ser admirado. Como hacía Hemingway por ejemplo, al que lo seguian todos (y aún lo seguimos algunos) con la boca abierta. Creo que no hay vida más agradable que la de un escritor famoso. Pero desgraciadamente para eso hay que ser extraordinario y no es mi caso. Como consuelo puedo colocar en mi página web todas las tonteras que se me ocurren, como muestra de la típica filosofía barata que conversaba con mis compañeros de universidad cuando todavía tenía amigos. Lealas bajo su propia responsabilidad. Si le da un ataque de indignación o se muere de aburrimiento no es culpa mia, ya avisé.

Aunque la revolución de las flores no pasó sin dejar huella, es ridículo negarle importancia al éxito social, al dinero y a los placeres derivados de él ¿cómo va a ser malo comer algo rico, tener cosas bonitas, acostarse con las mejores minas? Claro que es muy bueno.

El punto de equilibrio es necesario, como en muchas otras cosas al hablar de plata. La plata tiene un costo, las cosas cuestan plata y la plata cuesta vida; así cambiamos vida por cosas. Esto no es malo per se, la vida la tenemos y las cosas nos faltan, lo importante es pagar un precio razonable. La historia de los grandes triunfadores de la economía está llena de tragedias personales, tipos que han sacrificado mucho para conseguir lo que tienen. Por otra parte hay millones de pobres que sufren mucho más por no poder conseguir lo suficiente. Líbranos Señor de la miseria. Lo ideal es no sufrir, pero si hay que escoger, francamente prefiero el sufrimiento del rico.

Yo, un día pensé por qué no había llegado todavía a millonario (nunca lo vi como algo imposible, la verdad es que siempre lo he esperado como resultado natural de mi gran talento), y me di cuenta de lo que me faltaba para conseguirlo era:

  1. Más sacrificio
  2. Mas trabajo
  3. Más cara de palo
  4. Más disposición a arriesgarme
  5. Menos vergüenza y preocupación por la opinión ajena

Etc.etc.

El punto es si era yo capaz de cambiar así mi personalidad y, suponiendo que si lo era ¿me convendría hacerlo?. Pensándolo bien el objetivo final no era ganar plata sino lo que podría comprar con la plata, comprar cosas, no trabajar y que el resto de la gente me admire o me envidie.

No creo que valga la pena trabajar para no trabajar, sacrificarse para comprar cosas que no alcanzaré a disfrutar y cagar a medio mundo para que me admiren, si el costo van a ser muchos los que me desprecien, o me envidien en el mejor de los casos. Creo que muchos ricos, cuando llegan donde querían sufren una desilusión (o espero que así sea).

Sin embargo tampoco me gusta la miseria, aunque no le tengo nada de miedo, ya que la conozco bastante; se por experiencia que el pobre es mal recibido en cualquier parte "Madre yo al oro me humillo/ el es mi amante y mi amado…", poderoso caballero es don dinero, etc. etc. etc.

Necesidades <= recursos, la ecuación básica de una economía sana. No interesa la cantidad de plata que tengamos, sino el equilibrio entre necesidades y recursos. Durante varios años yo podía llevar todos mis activos en el bolsillo, pero mis necesidades también eran mínimas, así que no era pobre.Para mejorar económicamente hay solo dos caminos; gastar menos o ganar más. El método ideal indica hacer ambas cosas paralelamente. Sin embargo esto en la práctica no res posible salvo en raros casos.

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No sabemos nada de las cosas trascendentales- Todas las "grandes preguntas" son pura paja mental; ¿quienes somos?, ¿de donde venimos?, ¿a donde vamos?, ¿cuantos pares son tres moscas?, ¿hay marcianos en Marte? ¿existe Dios?… Siento rabia por los que aseguran tener las respuestas: curas, pastores, parapsicologos y farsantes de esa clase son mis enemigos. No vale la pena romperse la cabeza con preguntas sin respuesta, ni mucho menos creerle al primer estúpido que se sienta con autoridad moral para explicar las cosas que no conoce ni entiende.

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Chilenos todos, Por una parte somos muy homogéneos; la diferencia intelectual entre un pobre, un clase media y un rico es mucho menor que en otros países de Latinoamérica. Por eso mismo nos falta grandeza, es un lugar común las críticas al "jaguar latinoamericano" y decir que somos más bien "gatos raquíticos". El alma nacional se rebela ante la idea que podamos lograr grandes cosas, nos choca, no nos cabe en la cabeza.El chileno políticamente correcto es un monumento al lugar común, un himno al rebaño.

Durante el Gobierno Militar (o "La Dictadura", como se prefiera), existieron ideas de grandeza, de patriotismo, de pujanza y orgullo nacional y por eso fue tan impopular, al rebaño le choca profundamente la idea que existan mejores y peores, no hay peor delito social en nuestro país que destacarse. Los Chicago Boys fueron envidiados y odiados a muerte, se les consideró arrogantes, soberbios, insolentes; seguramente lo fueron. Es difícil mantener la humildad y subir al mismo tiempo en el país de la envidia, si alguien destaca automáticamente otro queda disminuido. Si nadie se eleva el rebaño permanece tranquilo, si alguien sobresale todos unen fuerzas para atacarlo.

¿Exageración?, No creo que tanto. Fíjense en los presidentes, los senadores, los alcaldes, en fin, todos los elegidos por votación popular ¡qué ejemplo más palpable que los presidentes Aylwin y Frei, modelos de obscuridad personal, paradigmas del chileno apocadito!. Y a los más inteligentes hay que esconderlos porque causan anticuerpos: José Piñera, Hernán Buchi, Hernán Somerville y tantos otros a los que Chile les debe casi todo no juntarían votos ni para presidentes de junta de vecinos. Este país odia la grandeza.

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EL TRABAJO INFANTIL ¿Por qué está prohibido que los niños trabajen?, ¿Por qué la educación básica es obligatoria?, Ellos dicen "porque no trabajan voluntariamente, lo hacen obligados", bueno entonces ¿porqué no prohibir el trabajo obligado?. Si un niño quiere libre y voluntariamente trabajar no hay razón moral para que el estado se lo impida, también dicen "porque lo hacen obligados por la necesidad".Esto me parece el colmo de la hipocresía, si no son capaces de eliminar esa necesidad entonces es doblemente canalla impedirles trabajar. Al que se está hundiendo no se le ayuda con buenas intenciones o con consejos sobre la utilidad de saber nadar.

Hay que aceptar el hecho de que no a todos les gusta estudiar, no es lícito ni conviene que el estado obligue a estudiar a quienes no quieren hacerlo, mucho menos si consideramos nuestra realidad. Ojalá que el estado dejara de cuidarnos de nosotros mismos por un tiempo.

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Domingo 2º de julio, 1996, 0:30 AM

Claro que me gusta estar solo. … y no pasa nada. De vuelta en mi casa prendo el computador. Normalmente me anima mirar en el disco duro lleno, pero esta vez no tengo ganas ni siquiera de eso. Salirse de la rutina es peligroso. Alguna vez escuché que la depresión es no animarse con nada, nada que hacer y principalmente nada de ganas. Y todo por un estúpido partido de fútbol.

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En su época (mi época) los hippies me convencieron y durante muchos años me sentí "hippie de adentro" pensando que era algo que llevaría siempre conmigo. El tiempo se encargó de desilusionarme: El único hippie posible tiene menos de 21 años y vive a costillas de su familia: Claro que hay algunos que se quedaron pegados en esos años, pero su intento de vivir sin responsabilidades los hace cínicos y patéticos.

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IIdealismo, idealistas, me dan asco, un Idealista o es un idiota o bien es un hipócrita, no hay tercera alternativa, para mi el idealismo es una debilidad, una paja viciosa de la personalidad. Tal vez resulte en las matemáticas, que son ficción pura, pero los modelos ideales, la conducta ideal o el pensamiento ideal son siempre frutos podridos.

Realistas, pero ¿existe la realidad?, Claro que no, o al menos no está a nuestro alcance conocerla ¿quién "sabe" algo?, Nadie que yo sepa: Debemos jugar nuestro papel limpiamente, conscientes de que no sabemos nada, caminar sobre un pavimento de suposiciones útiles a nuestros propósitos, nada más.

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Viajé por Asia y Europa en 1983, he ido un par de veces a Estados Unidos y conozco varios países vecinos. Aunque nunca he vivido en el extranjero me jacto de tener algo de "mundo". La verdad es que aprovecho de pavonearme con eso cada vez que puedo, pero nadie me hace mucho caso. La sabiduría popular dice que los viajes ilustran; ¿que aprendí viajando? a tomar conciencia de nuestro provincialismo mental..

En Asia se usan mucho los escarbadientes. En los ambientes más lujosos se considera asqueroso no sacarse los restos de comida después de la cena y a nadie le extraña usar los palitos antes que la comida se descomponga en la boca.

En Europa el intercambio de parejas es habitual, los niños de 15 años se encierran en su dormitorio con "amigas" sin que los papás de él o ella pongan ningún problema. También vi otras cosas que mejor no comento (aunque me gustaron harto).

En la agencia de Pan American de Londres en Victoria Station, entre los típicos ingleses con cara de pájaro y corbata de humitas me atendió un clerck correctamente vestido: terno gris oscuro, corbata y camisa con finas rayas (las que estuvieron de moda cinco años después en Chile). Solo que era un punk. Estaba entero rapado y un mechón mohicano naranja se empinaba sobre su cabeza. No pude dejar de preguntarle, en mi Tarzán - like- english si no tenía problemas en el trabajo o lo molestaba la gente por su pelo, me contestó imperturbable que en England era de mal gusto (Bad taste) hacer comentarios sobre la apariencia física, el peinado o la manera de vestirse de las personas, que ese era un derecho personal y que nadie tenía por qué extrañarse o menos criticarlo. Bien mirado, dijo, yo mismo era en Londres mucho más estrafalario que é. Y era cierto, pese a estar vestido de la manera mas corriente (según los estándares chilenos) yo era tan identificable como latinoamericano con mi chaleco, las zapatillas Bata y el bluyin Wrangler como un boliviano con parka en pleno verano ariqueño.

Conversando con un filipino en el avión le comentaba lo chocante que resultaba para nosotros saber que ellos comen perros. El me retrucó que en su pueblo pasa lo mismo cuando saben que en América nos comemos… a los chanchos. Para ellos es tan asqueroso comerse un chancho como comerse un ratón. Los perritos en cambio son criados especialmente, limpiecitos, sabrosos…

¿Qué conclusión saco de esto? . Mi primera reacción fue que los chinos y filipinos son asquerosos, los alemanes depravados y los ingleses ridículos o enfermos de la cabeza. Claro que me asombró el darme cuenta que - para ellos - yo era un bicho raro, asqueroso, extraño y ridículo tanto como lo eran ellos para mí. Yo que me creía perfectamente normal y civilizado resulta que soy una especie de indigena extraño en la mayor parte del mundo.

Y ese es el mundo, cuando nos podemos dar cuenta de que todos somos mentalmente provincianos al sentirnos en el centro del universo y creer que nuestra manera de vivir y hacer las cosas es la normal y la correcta, cuando en realidad existen mil otras maneras tan normales y correctas como la nuestra. Y al final es todo cuestión de gusto, de costumbre o de indio-sin-gracia

Cuando viajamos ya no nos extraña nada y, especialmente, somos mucho mas cautos para criticar el modo de ser de los demás.

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A propósito de indiosingracia, y de ese coño que llevamos dentro, me acordé del chiste del español que va en su Seat 600 contra el tránsito por la vertiginosa autobahn alemana. Cada vez que se cruza con otro auto o camión lo sacan del camino y el se desgañita gritandoles ¡me cago en tu madre carajo!. De pronto por la radio anuncian "Atención conductores de autobahn 68, un automovil está viajando contra el sentido del tránsito, ¡precaución!". El español indignado comenta ¿Uno?… ¡humm…varios coño!

El caso que nuestra indio-sin-gracia tiene caudales de sangre ibérica, mas generalmente hablando, sangre latina y una marca de fabrica de nuestro ser es la desconfianza. En ningún otro país se toman tan en serio eso de "hecha la ley, hecha la trampa", este es uno de nuestros artículos de fe, Nuestros legisladores se devanan los sesos tratando de tapar todas las ventanillas, eliminar los posibles resquicios y cortar la posibilidad de chanchullos. Por eso nuestras leyes se discuten eternamente. Partimos con la convicción de que vivimos en un país de sinverguenzas. Entre los latinos no existe la presunción de inocencia, el principio de buena fe o la confianza en que los ciudadanos son básicamente honrados. Las leyes y el sistema judicial completo se basan en que todo procesado es, en principio culpable y que todo contribuyente es un potencial ladrón del fisco. Las leyes y reglamentos son terriblemente restrictivas y detalladas y, si se cumplieran al pie de la letra, habría mas gente en la cárcel que fuera de ella.

La contrapartida de esta irracional desconfianza ("detrás de cada gran fortuna hay un gran ladrón") está en que sentimos una misericordia desmedida hacia el delincuente. Basta que alguien caiga preso para que se convierta en un "pobre hombre caído en desgracia", otra víctima de la sociedad. Nos horroriza pensar en la cárcel como un castigo porque, como partimos de la base que la justicia no opera entre nosotros cualquiera puede caer a la casa del jabonero, esto se refuerza con el convencimiento que, en el fondo, somos todos medio sinvergüenzas, así el delincuente es uno de los nuestros, le puede pasar a cualquiera, porque si estuvieran todos los delincuentes presos no andaría gente en la calle.

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¿Existe la buena suerte?, ¡Claro que existe!, y también la mala suerte, como no. Me da risa cuando alguien me dice que "la suerte se la hace uno mismo", eso es tan absurdo como pensar que uno pueda cambiar el clima o algo asi. Si yo mismo pudiese hacer mi suerte, partiría arreglandomelas para ganar el Lotto alemán, luego arreglaría unos encuentros casuales con Ornella Mutti o con Sonia Braga, justo cuando se sintieran más necesitadas de cariño. Iambién haría los arreglos del caso para que me tocaran todos los semáforos en verde desde el centro hasta mi casa, en fin ¡qué no haría si pudiera modificar mi suerte!.

Pero la verdad es que somos juguetes de la suerte, eso es innegable y la mayor parte de las cualidades y defectos que nos adornan (si no todas) son puro fruto del azar. Una vez leí que la sensación sicológica de estabilidad y permanencia que todos tenemos es nada más que una ilusión producida por la indelicadeza de nuestros sentidos. Si tuvieramos las percepciones lo suficientemente agudas, podríamos ver el caos en medio del cual vivimos. La mesa y el piso que nos parecen tan sólidos, están iguasl de vacíos que el aire y si no nos caemos a través de la tierra es nada más que gracias a la repulsión de los electrones de nuestros zapatos con los de la superficie de la tierra. Es un verdadero milagro que estemos vivos, un milagro que puede terminarse en cualquier instante.

Pero la verdad es que no estamos cien por ciento sometidos al azar; podemos inclinar la ruleta o tirar mañosamente los dados. Hay un porcentaje de control que tenemos con nuestras acciones sobre las cosas que pasan. Pero a la larga, la suerte es la que manda, siempre. Es bueno acordarse siempre de esto. Nuestros "logros" son en su mayor parte pura consecuencia de la buena suerte.

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Querer es peligroso. Siempre he tenido fama de ser un tipo frio de sentimientos. Cuando se han muerto grandes amigos o mis parientes mas cercanos nunca me ha afligido, total todos nos vamos a morir ¿no?, además creo que no hay nada más saludable para el espíritu que el egoismo bien asumido mientras no perjudique (demasiado) a los demás. Así también tengo fama de egoista. En la universidad mis amigos me decían "Mr. Scrooge" y siempre me han sacado en cara que tengo una especie de trauma porque (supuestamente) sufrí mucho y por eso poso de autosuficiente.

Para mi esas son tonteras, aunque tal vez mi opinión no sea muy imparcial. En todo caso hace un tiempo paseaba a mi hijo de 6 años entonces y se me perdió entre la gente. Lo normal era que me quedara esperando hasta que apareciera de la mano de un carabinero, pero me vino un miedo irracional y desconocido para mi hasta ese momento. Y me desesperé harto hasta que apareció, efectivamente de la mano de un cuidador.

No estoy seguro si quiero o no a mi hijo, pero ahora que todos mis amigos se fueron él ha tomado ese lugar. Cuando llego donde él está vuelvo a tener 8 años; lo molesto hasta sacarlo de quicio, luchamos y me aprovecho de mi fuerza, otras veces lo dejo ganar...pero no por mucho rato. Inventamos bromas, historias alocadas y rimas, le cuento la historia de su nacimiento cuando su mamá tenía ganas de hacer caca y le salió una plasta negra y dura y su abuela decia que era un niño mientras todos los demás deciamos que era simplemente una caca. Llegados a este punto se enfurece y me escupe de impotencia y yo sigo contandole como se llamó a junta de médicos, que dictaminaron unánimemente que era un mojón. Luego la familia lo sometió a votación y el resultado fué mojón 5, niño 1. En fin, terminamos luchando, entre patadas y escupos él trata de inventar los insultos más ofensivos que se le permite decirme: idiota, tarado, estúpido, mongol. Y así pasamos todo el dia...felices.

El único problema es que ahora si me preocupa que alguien se muera, antes me daba lo mismo. Querer puede ser rico pero es peligroso. Y malo para los nervios

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Soy pesimista de nacimiento, otros amigos me dicen "Don Fatalicio" porque siempre veo el lado malo a cualquier negocio que me proponen. Creo que solo un estúpido vanidoso puede pensar que ha nacido con buena suerte y me enfurece ver quea muchos de esos estúpidos efectivamente parece perseguirlos la buena suerte. Creo firmemente en la Ley de Murphy y hasta ahora me maravilla ver cada vez que se cumple.

Cuando me enseñaron la Ley de Murphy, en un curso de fundamentos de ingeniería recuerdo el ejemplo del pan con mantequilla que siempre cae con la mantequilla para abajo. En un programa de difusión científica de la TV mostraron hace años que eso era natural debido al tamaño promedio de los panes y la altura normalizada de las mesas. La cantidad de vueltas que alcanza a dar el pan en su caida tendia a que siempre llegue al suelo con la mantequilla hacia abajo. Esa era la demostración (según el programa) de que la Ley de Murphy era un mito sin fundamento. ¿Un mito? ¡nada de eso! El experimento es otra prueba del maravilloso comportamiento de Murphy ¿como se explica si no que la altura de las mesas, normalizada en todo el mundo, se haya definido de modo tal que haga que la ley se cumpla siempre?. Y después me acusan a mi de pesimista...