TOMAS BRADANOVIC

Unos amigos extranjeros me comentaban dos cosas que les chocaban particularmente de Chile: el clasismo y la basura. Nosotros creemos ser un país limpio comparados por ejemplo con Perú o Bolivia pero no es así según me decían, las casas podrán estar más limpias, incluso el centro de las ciudades, pero basta salir un poco por el desierto o fuera del radio urbano para ver las toneladas de basura botadas alrededor de los caminos, mucho peor que cualquiera de nuestros vecinos. Claro, la gente puede ser limpia en su casa pero no tienen ningún escrúpulo para mantener asquerosos los espacios públicos y rurales.

Pensando en esto recordé una discusión que tuvimos en las news hace un tiempo, donde alguien reclamaba indignado contra los automovilistas que botaban basura en el camino, yo les decía que la diferencia entre un chileno y un alemán se nota enseguida en esos casos: el chileno insulta al cochino, se escandliza, manda una carta al diario, pero jamás se para a recoger lo que botó otra persona ¿por qué voy a recoger yo lo que botó el otro asqueroso? era klo que decían casi todos en el grupo.

Y ahí es donde aparece nuestro clasismo, escondido incluso detrás de esos pequeños detalles. Para el chileno, como buen heredero del hidalgo español, el trabajo de basurero es degradante, acá nunca han prendido esas fiestas que se hacen en Europa del norte donde salen todos, desde el Alcalde hacia abajo a recoger basura, eso va contra el orgullo y el sentido de clase que tiene incluso del roto más patipelado. La gente se indigna de ver la basura que botan los otros pero no son capaces de recogerla porque ese es trabajo de basureros.


Pasemos ahora al extremo opuesto, hace unos días me escribió Richard Araneda, el arquitecto que se le ocurrió el proyecto de pintar las casas antiguas en el casco viejo de la ciudad, las casas pintadas fue uno de los mejores proyectos que se han hecho en Arica y lamentablemente, como suele pasar en Chile las autoridades se llevaron los aplausos y se colocaron en las fotos pero no fueron capaces de mantener en el tiempo esta excelente idea, ahora las casas pintadas empiezan de nuevo a languidecer y a llenarse de graffitis, ni los propietarios se preocupan de mantenerlas ¿para que? si eso es trabajo para la gente del empleo mínimo.