La
innovación formál es más grande en un Gongora, la
gracia es más infinita en un Juan de la Cruz, la
dulzura es agua y fruta en Garsilaso. Y continuando,
la amargura e más grande en Baudelaire, la videncia
es más sobrenatural en Rimbaud, pero más que en
todos ellos, en Quevedo la grandeza es más grande.
Hablo
de una grandeza humana, no de la grandeza del
sortilegio, ni de la magia, ni del mal, ni de la
palabra: hablo de una poesía que, nutrida en todas
las substancias del ser, se levanta como árbol
grandioso que la tempestad del tiempo no doblega y
que, por el contrario, lo hace esparcir alrededor el
tesoro de sus semillas insurgentes.
A
mi me hizo la vida recorrer los más lejanos sitios
del mundo antes de llegar a lo que debió ser mi
punto de partida: España. Y en la vida de mi poesía,
en mi pequeña historia de poeta, me tocó conocerlo
casi todo, antes de llegar a Quevedo.
Pablo
Neruda, Viajes
|
....Cerrar
podrá mis ojos la postrera
....Sombra, que me llevaré el blanco día;
....Y podrá desatar esta alma mía
....Hora a su afán ansioso lisonjera;
....Más no desotra parte en la ribera
....Dexará la memoria, en donde ardía:
....Nadar sabe mi llama la agua fría,
....Y perder el respeto a ley severa.
....Alma a quien todo un Dios prisión ha
sido:
....Venas que humor a tanto fuego han dado:
....Médulas que han gloriosamente ardido;
....Su cuerpo dexarán, no su cuidado:
....Serán ceniza, mas tendrá sentido;
....Polvo serán, mas polvo enamorado.
|