¿Fundamentalismo o solo
Reivindicaciones Ancestrales?
Introducción
Indudablemente el tema mapuche ha
despertado en los últimos años una gran atención
desde todos los ámbitos del quehacer nacional. Continuamente nos
sorprendemos por la gran divulgación periodística que
tienen acontecimientos ocurridos en el sur de Chile, como
también en el extranjero. Nuevos conceptos, nuevas
ideologías y nuevas tácticas acompañan la mas
variada gama de manifestaciones del mundo indígena que hemos
tenido ocasión de presenciar.
La historia de Chile nos
enseña a un pueblo mapuche guerrero, indómito, valiente;
que se opuso tenazmente a la conquista española y
libró una guerra sin cuartel que duró más de 300
años y que culmina tardíamente a finales del siglo
pasado. Los historiadores latinoamericanos, sin distinción, los
señalan como ejemplo de raza y tenacidad para todos los pueblos
de América.
Hoy en día es común
asociar a ellos condiciones de pobreza y marginalidad de
carácter alarmante. Reducidos y discriminados por
años, carentes de la tierra mínima que necesitan para
subsistir, nos sorprende que nuestros antiguos mapuches puedan sostener
aún sus tradiciones, su lenguaje (el mapudungun) y ser el foco
de conflictos, que al igual como a sucedido en otros países,
nada indica que tengan una pronta solución.
Fue el levantamiento zapatista en
México quien dio un giro notable en la forma de apreciar y
entender el fenómeno indígena; hasta ese momento sus
demandas eran atendidas como si se tratase de cualquier fenómeno
social, error que culminó con un enfrentamiento armado de
proporciones, con ramificaciones en todos los movimientos
indígenas de Sudamérica, y con una urgente puesta al
día de conceptos, algunos novedosos y otros tradicionales, que
demandan al Estado,al mundo intelectual y político una
explicación y análisis de los hechos.
En Chile, a raiz de los
últimos acontecimientos acaecidos principalmente en la IX
región, hemos escuchado repetidamente conceptos como
Nación Mapuche, reivindicaciones, recuperación de tierra,
etc.Conceptos fundamentales que debemos conocer para plantearnos
posiciones y escenarios de análisis que no ayuden a entender a
cabalidad un fenómeno que a todas luces indica un alto grado de
complejidad y pluralidad temática en su desarrollo.
En este ensayo trataremos de abarcar
un punto que nos permita concentrarnos en buscar la respuesta a las
siguientes preguntas: ¿son las demandas de los mapuches las
tradicionales reivindicaciones ancestrales, o estamos en presencia de
demandas que se están perfilando como de carácter mas
fundamentalista y político?¿ es un problema social o un
problema religioso?¿el concepto de Nación Mapuche obedece
a una demanda ancestral o a una demanda de autonomía
fundamentalista?¿ Que diferencia existe al hablar de Pueblo o de
Etnia?
Aspectos
Socioculturales
Los mapuches conforman una de las
etnias indígenas cuya ideosincracia, religión y lenguaje
se encuentran entre los más enigmáticos del mundo. Si
bien es cierto los mapuches no desarrollaron un lenguaje escrito,
sí desarrollaron un lenguaje basado en la tradición oral
que en ellos adquiere
intrincados matices conectados a la naturaleza, a figuras religiosas y
a diferentes planos o dimensiones de vida.
Su religión fundamental esta
estrechamente ligada a su lengua, el mapudungun, y difiere fuertemente
de muchos de los arquetipos en los cuales se quiere encasillar
basándose en las religiones tradicionales. Asi, para el mapuche
no existe un único Dios, ni un único plano superior (o cielo) ni una única
vida; quienes han pretendido clasificarlos de esa forma, por
años, han buscado con esto privilegiar oscuros objetivos
religiosos y económicos.
En los mapuches todo gira en torno al
lenguaje, su nombre "mapuche"
(mapu:tierra, che: gente) es una denominación general para
entender una clasificación geográfica de quienes
históricamente han vivido entre los rios Itata y Toltén.
Así, dentro de los mapuches distinguimos identidades como los
Lafkenches, en la costa, Nganches, en el centro, Pehuenches, en la
cordillera, Huilliches en el sur,etc. (Nota: es importante recalcar que
al no desarrollar un lenguaje escrito, queda a discreción del
analista la forma de escribir los fonemas utilizados). Las variaciones
idiomáticas entre estas identidades no son relevantes, pero
sí existen algunas discrepancias entre los historiadores acerca
del origen de cada identidad mapuche.
El lenguaje tiene un fin que va
más allá de lo estrictamente comunicacional. Existe un
lenguaje ceremonial de intricada explicación, un lenguaje de uso
frecuente y un lenguaje cuyos términos son un misterio incluso
para aquellos mapuches que lo dominan a cabalidad. Ejemplo de ello es
que por años los mapuches utilizaban la palabra Itrofilmogen, sin tener claramente
especificado su significado; hoy en día, producto de una
apertura a otras áreas del conocimiento por parte de connotados
estudiosos del idioma, es posible establecer que esa palabra adquiere,
desde hace 300 años, un significado muy similar por lo que
recién los especialistas estan entendiendo hoy en día
como "biodiversidad".
Hoy este término y su
significado traen consigo una inmensa cantidad de tesis y
planteamientos que ha llevado a los indígenas nacionales y en el
extranjero a innumerables debates, muchos de ellos patrocinados por
importantes organizaciones mundiales.
Su religión es rica en figuras
multidimensionales, en diferentes planos y en diferente
concepción de tiempo. Son muchos los investigadores que han
tratado de desentrañar por años una religión que
involucra al lenguaje, al territorio y al linaje como un todo.
La Machi, principal figura religiosa
de una comunidad, logra enlazar diferentes aspectos de la vida de
comunidad en ceremoniales rogativos (Guillatun) y en ceremoniales de
carácter medicinal (Machitun).
Su peculiaridad radica en la
capacidad de generar en estados de trance, un sinnúmero de
símbolos y mitos que al mapuche lo hacen mantenerse firmemente
arraigado a la tierra y sus ancestros. De aquí nace
también la característica de los mapuches de plantearse
la vida en términos de recuerdos (relatados como si los hubiesen
experimentados hace poco) y a la falta de argumentos en torno a temas
que tienen que ver con su futuro, son escasos los diálogos que
generan en ese aspecto.
La comunidad tiene como principal
dirigente al Lonco, quien se encarga de dirigir a su comunidad en la
toma de decisiones.
También existe la figura del
Werkén, que es el mensajero o el vocero,y a cuyo cargo se
autoidentifican muchos de los dirigentes que hoy vemos haciendo
declaraciones en los medios de prensa. Nótese que es raro que
alguna vez un Lonco o una Machi den una declaración. Esto
demuestra una estructura de funciones políticas no siempre
reconocida por el medio político.
La comunidad nace con un linaje. Es
decir, una comunidad esta compuesta en su mayoria por personas que
proceden de un ancestro en común.
Crecen en el mismo espacio
territorial y sólo son comunidad mientras permanezcan en
él.
Por su concepto religioso acerca de
la tierra, del espacio territorial, un Lonco puede dejar de ser Lonco
si no está en su territorio, la vida comunitaria se trastorna si
no están en perfecta comunión con la tierra que los vio
nacer. De lo anterior se basan las múltiples disputas cuando de
permutar tierras se trata, recordemos los casos de Ralco y Conguillio.
Este punto es especialmente sensible,
puesto que es la clave para entender el porqué las disputas
territoriales se han extendido por décadas y décadas sin
solución.
Los legisladores siempre han visto la
problemática mapuche sólo desde el punto de vista
práctico y legalista, no desde la perspectiva religiosa y
sociocultural; con ello han llevado a la división forzosa de las
comunidades, a la imposición de autoridades no tradicionales,
similares a las que rigen las comunidades urbanas (juntas de vecinos
mapuches, presidente de comunidades,etc); aportando con ello a las consecuencias que hoy todos conocemos.
Así, hoy es posible ver a comunidades tradicionales que eran de
un solo linaje, con una clara representatividad y dirección,
divididas en hasta diez o más veces dentro del mismo espacio
territorial original.
Si bien cierto el problema de la
tierra no solo radica en la composición sociocultural de sus
ocupantes, no hay que dejar de lado que los nuevos paradigmas
planteados por las principales organizaciones mapuches tienen como
fondo éste argumento, quedando para los párrafos
siguientes el análisis de lo que puede llegar a suceder.
El concepto de Nación
Mapuche como fundamentalismo ideológico
Los principales dirigentes de las
organizaciones mapuches que se encuentran exponiendo sus demandas
constantemente ante los medios de prensa nacionales y extranjeros,
manifiestan que su principal objetivo, que comienza por recuperar los
terrenos oscuramente obtenidos por las forestales, es el de lograr la
consolidación de la denominada Nación Mapuche. Para
muchos este tema pasa desapercibido y no notan el trasfondo que existe en la
ocupación mañosa del término.
Las Naciones Unidas confieren el
status de Pueblo a quienes pueden legitimar la ocupación de un
territorio en común, el uso de un lenguaje en común y /o
una religión específica.
Además se considera a un
Pueblo cuando este es capaz de administrar y ejecutar un sistema de
justicia entre sus miembros.
De ahí que al hablar de Pueblo
hacemos una inmediata distinción con la palabra Etnia, en donde
el concepto solo reconoce particularidades específicas a un
grupo humano.
La actual Ley Indígena
(No19.253) en su articulo 1° Señala: " El Estado reconoce
que los indígenas de Chile son los descendientes de las
agrupaciones humanas que existen en el territorio nacional desde
tiempos precolombinos, que conservan manifestaciones ETNICAS y
culturales propias siendo ellos la tierra…", Luego añade "El
Estado reconoce como principales ETNIAS indígenas de Chile a: la
Mapuche, Aimara,etc…..".
Es de notar que los legisladores
tuvieron especial cuidado en no mencionar la palabra "Pueblo", debido a
que al mencionarla, explícitamente comprometen al Estado chileno
a aceptar tratados que definen a Pueblo a aquél que tiene las
caracteristicas territoriales y de justicia mencionadas y por tanto se
hace acreedor legítimo de su autonomía.
La Nación Mapuche es un
objetivo de mayor alcance. Las
organizaciones mapuche (como denominaremos solo a modo de
explicación a todas aquellas cuyo objetivo primordial es el
establecimiento de la Nación Mapuche y la recuperación de
tierras) apuntan a legitimarse como un complejo hegemónico que
sea reconocido como Pueblo.Sin embargo existe una piedra de tope: los
Mapuches son un conjunto, como ya se explicó antes, de
diferentes identidades con distintos espacios territoriales, por lo
tanto no pueden considerarse como UN solo Pueblo; entonces el
término correctamente utilizado es el de Nación, en donde
tienen cabida distintos Pueblos dentro de un territorio
geográfico general como Nación y específico para
cada una de las identidades.
Los factores de consolidación
de una nación (como territorio autónomo) en el
ámbito mundial e histórico no han estado exentos de
hechos de violencia y sangrientas guerras.
Conocido es el caso de los Vascos,
cuyas principales organizaciones que buscan una autonomía
nacional, han sumergido al país en una escalada terrorista de
proporciones.
Conocemos también los afanes
independentistas de pueblos y etnias del medio oriente, y Europa
oriental.
Esto explica las simpatías
naturales con que cuentan las organizaciones mapuches definidas,
especialmente entre ciudadanos vascos y de otros países
europeos, que abiertamente los han apoyado no sólo ha ellos sino
que también, según afiatados análisis, fueron los
artífices de la sublevación indígena zapatista,
motivo por el cual varios de ellos han sido expulsados por una abierta
involucración en el tema.
Con certeza se puede afirmar
también que, al igual que las naturales simpatías que
atrae la causa mapuche entre los mencionados paises, también
existen vínculos de quiénes ven en los mapuches,
similitudes con sus propias luchas, como es el caso de ciertos
países Musulmanes, para
quiénes resulta particularmente atractivo la combinación
de reivindicaciones, autonomía, y la compenetración
religiosa que las organizaciones mapuches poseen en base a sus
tradiciones.
De esta manera el tema puede ser
extremadamente sensible si se piensa que los últimos grandes
conflictos mundiales tienen un marcado sello étnico religioso.
¿Reivindicaciones
históricas o hacia un nuevo Fundamentalismo?
¿Integración o
Autonomía de los Mapuches? Ese es el dilema con que el Estado
establece sus políticas y proyectos con relación a los
mapuche.
Dilema de difícil
solución si se considera que un país de agreste
geografía como Chile no posee ni los recursos económicos
ni jurídicos como para establecer territorios autónomos.
La actual problemática mapuche
se inserta dentro de un esquema de reivindicaciones históricas
que aprovecha muy bien las ventajas de la pregunta planteada.
Integración sí, pero
bajo esquemas subvencionales que no siempre son efectivos y que
más bien ha sido la causa de muchos otros problemas.
Autonomía también, pero
con espacios territoriales adecuados y con todo lo que que significa
mantener un espacio autónomo jurídica y territorialmente.
Por tanto, plantearse la
problemática mapuche desde el punto de vista de la
integración o autonomía, tanto desde los Mapuches,
como el Estado, es ubicar el conflicto en un diálogo de sordos
que conduce a resentimientos comprensibles, engendrados en el
aletargamiento del diálogo y mueve a algunos grupos
interesados, a buscar acomodaticios argumentos para
acciones violentas.
Los dirigentes mapuches de las
comunidades en conflictos, conscientes de lo anterior, han reforzado su
discurso con argumentos que para ellos reflejan una solución a
este diálogo de sordos.
Entonces plantean la autonomía
utópica de la Nación Mapuche; utopía que no se
puede sostener sino con un fuerte arraigo a las tradiciones y a un
sistema religioso inescrutable e
incuestionable.
De ahí que el conflicto
mapuche puede alcanzar ribetes violentos de carácter
fundamentalista, alimentado por las odiosidades arrastradas
por décadas.
Este es un escenario peligroso para
la seguridad nacional, a pesar de que quiénes opten por
esa vía, aún sean poco relevante.
Es peligroso, porque el contexto
mundial está prestando especial atención a aquellos
conflictos étnicos que han desembocado en guerras fratricidas y
la solución no siempre ha sido satisfactoria.
La tendencia planteada debería
motivarnos a efectuar un detenido análisis de la forma de
enfrentar esta problemática y, con redundancia, de cómo
analizarla.
Este ámbito de la vida
nacional requiere de una acabada preparación en aspectos
históricos, culturales, jurídicos y judiciales que nos
permitan entender y desarrollar propuestas adecuadas a para quienes
tienen el poder y deber de realizarlas.
Jorge Figueroa V.
( Se acepta su reproducción
citando la fuente)