La felicidad de vivir frente al mar

Una hermosa casa blanca, tan libre y capaz de trasladarse a recorrer mundo como su propio dueño.


Tomás Bradanovic se autodefine como un vivo ejemplo del niño que no quiere crecer ni tomar responsabilidades y a sus 48 años se empeña en hacer sus sueños realidad

 

Carolina Aguilera

Dentro de su casa rodante se esconde todo un mundo y un segundo hogar que le brinda tranquilidad y belleza. Para él, es todo. Tomás Bradanovic es ingeniero electrónico egresado. La primera vez que vino a Arica fue para estudiar en la Universidad del Norte. Ahora vive gran parte del día en una casa rodante, blanca, pequeña, marca Sun Lite. En invierno, la Lisera se encargó de acogerlo, luego, al empezar la temporada de verano, decidió mudarse a Playa Brava, junto al pub Faraón, ya que -según comentó- "nunca faltan las viejas sapas que molestan".

Llegó a la Lisera en marzo y el cambio de lugar fue en diciembre. Ahora espera que arreglen su camioneta para seguir un largo viaje por distintos lugares dentro y fuera de Chile. Este capricorniano de espíritu libre no está solo en el mundo, ya que tiene una familia conformada por su esposa Pilar y su hijo Tomás, quienes viven en la residencia fija que día a día se encarga de visitar. Cada semana los invita a compartir con él sus momentos de dicha frente al mar.

"Contemplar el mar, en la tarde y al anochecer, es algo que no tiene precio", afirma.

LIBERTAD

Tomás Bradanovic tiene 48 años y a lo largo de toda su vida ha disfrutado de la libertad que ha tenido o por la cual ha luchado. Desde joven fue "revoltoso y medio hippie", consiguiendo viajar por varias partes del mundo. Se define como aventurero y es bajo esta características que nace la iniciativa de salir de su hogar y armar uno en la playa. Al entrar en su casa rodante, se puede encontrar de todo, hasta un pequeño baño con biblioteca incluída. También hay una cocina y un camarote, y al costado del vehículo, una puerta que al abrirse deja salir una mesa que ocupa para hacer asados y tomar once con sus amigos y familia.

Otro de los buenos rasgos que presenta el vivir de esa manera, es que puede recibir a sus amigos a la hora que desea: "tipo tres de la mañana llegan y se puede carretear sin problemas; porque es distinto cuando vives en una casa con tu esposa e hijos". Bradanovic se dedica a "hacer pitutos", porque no le gusta el trabajo que implique tener un jefe; de hecho, nunca lo ha tenido. Le gusta la libertad. Se desempeña como asesor en proyectos de inversión pública y además tiene una empresa de internet en Iquique. Pero él no se preocupa por sus negocios; deja que "se vigilen solos" y prefiere no hacer nada, porque odia el trabajo. No practica deporte alguno y su único hobbie es despertar por las mañanas y darse un chapuzón en el mar. Luego se va a su casa de Prolongación 21 de Mayo y continúa su día, hasta que llega la noche y se sienta una vez más a oler el aire marino y a oír el rugir de las olas.